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[Sección Esculturas: Antecamarín y Postcamarín]

Agrupada en torno a lo que es el corazón latente del templo, esto es, el sepulcro de San Juan de Dios, la rica colección de imaginería barroca del templo clausura de forma no menos sublime la muestra conmemorativa.

Es oportuno el espacio y es oportuno el contenido. Los templos que alcanzan el rango de basílica suelen ser populares santuarios receptores de importantes peregrinaciones, sobre todo aquellos construidos en torno al lugar de sepultura de un santo. Además, uno de los requerimientos para obtener el título de basilical es que debe tratarse de un templo de regio esplendor, levantado con un perfil destacado.

Estas dos circunstancias están reunidas en el caso de San Juan de Dios, lugar de descanso de los restos mortales del santo y pieza señalada del barroco español.

De esta forma, y agrupando todas las esculturas de pequeño formato de la iglesia en el antecamarín y el postcamarín, se pretende realizar una relectura de estas conocidas piezas para narrar el final de la escuela granadina de escultura, que puede quedar notablemente ejemplificado a través de la nómina de artistas que se exhiben.

Este análisis es especialmente conveniente por cuanto que la profunda impronta barroca con la que se constuyó el templo aún sigue rigiendo hoy día los pormenores estéticos e incluso litúrgicos del mismo, como queda reflejado en algunos de los textos del catálogo.